Steve McQueen ofrece una versión de la esclavitud radicalmente diferente a la que estamos acostumbrados. Normalmente, las historias en torno a uno de los episodios más oscuros y vergonzosos de los Estados Unidos son contadas o bien por americanos o bien por directores blancos, avergonzados de las abominaciones que se cometieron en el pasado. McQueen no es americano y es negro, pero curiosamente ofrece una historia que se siente más cercana que ninguna de sus predecesoras.
La historia gira en torno a un músico negro al que después de engañar y drogar arrebatan su condición de hombre libre vendiéndolo como esclavo, alejándolo de su familia para trabajar a las órdenes de un tirano en una plantación de algodón.
Tras sortear todo tipo de calamidades, cada cual más cruel, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor) asesta el golpe de gracia en su inquebrantable lucha por retornar junto a los suyos.
Esta brutal película no solo versa sobre la esclavitud sino sobre la supervivencia y el esfuerzo de un hombre por mantener viva su esperanza pese a ver y a sufrir en carne propia todo tipo de barbaries.
MCQueen, director siempre desafiante en sus proyectos, relata esta excelente historia basada en hechos reales de una forma desgarradora, dura y provocadora. Reta al que la vea a cuestionar los motivos de tan fútil maldad, y lo hace mediante escenas tan explícitas que cuesta sacarse de la memoria y, sobre todo, del corazón.
Pero Steve McQueen no es el único responsable de que esta cinta deje una huella imborrable sino también un elenco en estado de gracia. Chiwetel Ejiofor arrebata con su interpretación como protagonista; la expresión de Lupita Nyong’o, con apenas tres conmovedoras escenas durante toda la película le augura un prometedor futuro. Hasta Sarah Paulson está genial. Pero sin duda la interpretación más espectacular es la de Michael Fassbender que supera la hazaña de dar vida al personaje más vil de la película, labrando un personaje que supura crueldad por cada poro de su piel, en cada uno de sus gestos, logrando que sus espeluznantes gritos no solo afecten a los esclavos a los que van dirigidos sino que traspasen la pantalla. Fassbender consigue que el espectador sienta la ira y la amargura que este terrible personaje derrocha.
Sin duda, una oscura película que no dejará indiferente a nadie. Quién sabe si Steve McQueen se ganará por derecho propio que se le recuerde cuando se mencione su nombre y no sea al querido marine de Hollywood el que venga a la mente. Quién sabe se alzará con el título de ser el primer director de raza negra en ganar una estatuílla dorada o conseguirá el premio principal de la gala del dos de marzo.
Y quién sabe si el desalentador relato de «12 años de esclavitud» llegará a convertirse en un clásico con el paso del tiempo. El azote de cruda realidad sobre este episodio bien lo merece.