Dos mujeres, un Thunderbird verde descapotable del 66 y muchos kilómetros por recorrer. Thelma (Geena Davies) decide dejar a un lado su monótona vida doméstica e irse de fin de semana con la decidida Louise (Susan Sarandon) , harta de que su novio huya del compromiso. Una serie de imprevistos harán que su sencillo plan de evasión de un giro de 180 grados. La prioridad entonces será huir en ese Ford y salir del Estado, llegar a México y sentirse, de una vez por todas, a salvo de los fantasmas que las persiguen.
Maridos que no valoran a sus mujeres, aburrimiento, soledad, frustración… Muchos son los factores que motivan a las dos antiheroínas de esta historia a emprender un viaje del que no habrá marcha atrás. Una road-movie en la que se van sucediendo situaciones a las que las protagonistas deberán, por fin, hacer frente. Es en ese momento cuando sus verdaderos caracteres salen a la luz, cuando el público las empieza a conocer de verdad. Thelma, sumisa, ingenua y «patosa» al principio se desmelenará durante el viaje, dejando traslucir una faceta hasta el momento oculta, creciéndose y hasta hallando regocijo al enfrentarse a los obstáculos que se imponen en su camino. En cambio a Louise, la voz cantante de las amigas desde el comienzo del filme, esas problemáticas irán haciendo poco a poco mella en su férreo carácter y pasará de ser una mujer aparentemente fría y dura a desmoronarse, cediendo el testigo de decir a su compañera, antaño incapaz de ejercer dicho poder.
Secundarios de lujo como un jovencísimo Brad Pitt que no duda en aprovechar su encanto para robar a las viajeras o Harvey Keitel, un policía implicado con el caso que tiene que investigar, el único capaz de dejar al margen prejuicios acerca de las sospechosas y lograr empatizar con ellas, intentando en vano ayudarlas.
Una película que generó controversia allá donde se proyectó en 1991 por la relación entre ambas protagonistas, en muchos casos malinterpretada, y por su pretendida defensa del feminismo, del poder de la mujer, de su independencia.
La emancipación de la mujer y el feminisimo no son los únicos temas que Ridley Scott abarca en esta cinta, también la amistad, motor que da fuelle al Thunderbird en el que Thelma y Louise viajan y la libertad, destino final y verdadero que ambas ansiaban, incapaces después de un itinerario que les cambió la existencia, de volver a sus rutinarias vidas. Scott labra un final ejemplar. El público, probablemente esperando el golpe de suerte definitivo para con estas dos emprendedoras, no quiere creerse el sino al que ambas están abocadas. El realizador consigue que, pese a las cuestionables actitudes de las protagonistas, el respetable empatice y sienta simpatía por ellas. Durante todo el metraje se le prepara para una feel-good movie que, finalmente no termina de ser. Pero eso no hace que el público se sienta estafado porque, quizás el final, aunque triste, es lo que las protagonistas -con las que el público se ha encariñado durante 128 minutos- necesitan. Es un final dramático, pero no se regodea en el drama, no cae en el melodrama de telefilme de sobremesa, culminando el filme con un fundido en blanco que infunde por fin la paz para ellas. El destino fatal al que se ven abocadas no hace sino infundir en el público admiración por unas protagonistas que en contra de lo preestablecido tuvieron el coraje de decidir su futuro y no dejarlo al azar.
La espléndida fotografía de Adrian Biddle y la dirección, se completan con las magníficas y carismáticas interpretaciones de Susan Sarandon y Geena Davies -ambas nominadas al Oscar como protagonistas- que vieron como Jodie Foster les ganaba el pulso por hacerse con la estatuilla al enfrentarse al caníbal Anthony Hopkins en «El silencio de los corderos». El savoir faire de Ridley Scott compagina a la perfección el protagonismo de ambas, repartiéndolo casi prácticamente a partes iguales y, de fondo, suena la banda sonora compuesta por el mítico Hans Zimmer. Un caramelo. A pesar de todos sus puntos fuertes, de las seis nominaciones con las que contaron solo una se transformó en galardón, un merecido premio por el guión original de Callie Khouri.
«Thelma&Louise» demuestra que sí es posible hacer buenos papeles femeninos, algo a reivindicar en la actualidad. Inmersos de lleno en el siglo XXI las mujeres todavía se ven relegadas a papeles secundarios o sumisos a estereotipos ya cansinos. Ya han pasado más de dos décadas desde que se realizó este filme, y algunas películas han tomado el relevo que ésta emprendió pero aún queda mucho para que la igualdad entre hombres y mujeres se reafirme en el espectáculo cinematográfico, y también en la sociedad.
Dos mujeres, un Thunderbird verde descapotable y una carretera sin final. Ellas no pudieron pero tuvieron el coraje de intentarlo, ¿quién se atreve ahora?