Trailer Los Juegos del Hambre: Sinsajo 1 y palabras de John Le Carré a Philip Seymour Hoffman

Aprovechando el estreno del trailer de ‘Los juegos del hambre: Sinsajo parte 1″ y la aparición del inconmensurable Philip Seymour Hoffman, me ha parecido apropiado rescatar este artículo de El País en el que el escritor John Le Carré, autor de la novela ‘El hombre más buscado» adaptada por Anton corbijn y última película rodada por el considerado uno de los mejores actores de su generación, habla de su talento, en una suerte de homenaje al intérprete.

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Sin más dilación:

«Calculo que, en total, pasé cinco horas hablando en persona con Philip Seymour Hoffman, como mucho seis. El resto del tiempo, durante el rodaje de El hombre más buscado, me dediqué a mezclarme con los demás, a observarle en el monitor y decirle después que había estado estupendo, o a no decirle nada. Y ni siquiera eso pasó muchas veces: un par de visitas al plató y un tonto papel sin diálogo que me obligó a dejarme una barba repugnante, costó todo el día rodar y produjo una imagen borrosa de alguien a quien agradecí no reconocer. En el mundo del cine, seguramente no hay nadie que resulte tan superfluo como el autor del libro original en el rodaje de la película basada en su texto, cosa que he aprendido a mi pesar. Alec Guinness me hizo el favor de pedir que me echaran del plató en el que se filmaba la adaptación de El topo para la BBC. Yo solo había querido irradiar la admiración que sentía, pero Alec dijo que mis miradas eran demasiado intensas.

Ahora que lo pienso, Philip hizo el mismo favor a una amiga mía durante aquel rodaje de El hombre más buscado en Hamburgo, una tarde del invierno de 2012. La mujer estaba de pie a unos 30 metros de él, mirando y pasando frío, como todos los demás. Pero había en ella algo que a Philip le molestó, y pidió que la echaran de allí. Fue una reacción curiosa, curioso, casi clarividente y muy acertada, porque mi amiga es también novelista, y puede ser más intensa que nadie. Philip no lo sabía. Pero lo intuyó.

Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifacético, artístico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba

En retrospectiva, no debería haberme sorprendido ese tipo de cosas en Philip porque, nada más conocerle, su intuición destacaba de manera luminosa, igual que su inteligencia. Muchos actores fingen ser inteligentes, pero Philip lo era de verdad: culto, polifacético, artístico y brillante, con una inteligencia que te avasallaba y te envolvía desde el instante en el que te cogía la mano, te rodeaba el cuello con su enorme brazo y plantaba su mejilla contra la tuya; o, si le daba por ahí, te abrazaba como un niño grande y regordete, y luego se apartaba y sonreía encantado mientras estudiaba el efecto que te había causado.

Philip lo estudiaba todo, todo el tiempo. Era un esfuerzo doloroso y agotador, que probablemente acabó siendo su ruina. El mundo era demasiado reluciente para él. Tenía que entrecerrar los ojos o morir deslumbrado. Como Chatterton, cuando tu ibas, él ya estaba de vuelta, y, cada vez que él desaparecía, no estabas seguro de que fuera a regresar, lo mismo que decían, creo, del poeta alemán Hölderlin: que, cuando salía de una habitación, los que se quedaban tenían miedo de no volver a verle. Y si parece que es fácil decirlo a posteriori, no es así. Philip estaba quemándose vivo delante de nuestros ojos. Era imposible vivir a aquel ritmo y aguantar mucho tiempo, y de vez en cuando tenía unos destellos sorprendentes de intimidad en los que necesitaba que lo supiéramos.

Ningún actor me había impresionado tanto como me impresionó Philip en nuestro primer encuentro: ni Richard Burton, ni Burt Lancaster, ni siquiera Alec Guinness. Philip me saludó como si llevara toda la vida deseando conocerme, y sospecho que saludaba así a todo el mundo. Pero yo sí que quería conocerle a él desde hacía tiempo. Su Capote me parecía la mejor interpretación que había visto jamás en la pantalla. Sin embargo, no me atreví a decírselo, porque con los actores, cuando se les dice qué bien estaban en un papel de hace nueve años, siempre existe el peligro de que pregunten qué han tenido de malo sus interpretaciones posteriores.

Lo que sí le dije fue que era el único actor estadounidense al que sabía capaz de interpretar a mi personaje George Smiley, un papel que encarnó por primera vez Alec Guinness en la versión de la BBC de El topo y hace unos años Gary Oldman para la gran pantalla; claro que, como buen británico, considero que Gary Oldman es uno de los nuestros.»

‘Atrápame si puedes’, de Steven Spielberg

Steven Spielberg, director que se ha ganado a pulso el calificativo de ‘gran’, y entendedor como el que más de los personajes que protagonizan la historia que filma, hace con esta película un prolijo trabajo, dotando de ritmo una trama que en manos de un novato podría hacerse excesivamente larga y haciéndola trepidante, sin darle tiempo al espectador a que consulte el reloj.

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‘Atrápame si puedes’ cuenta la historia de Frank W. Abagnale (Leonardo DiCaprio), desde su etapa de hijo adolescente y modélico hasta su evolución a hombre hecho a sí mismo mediante la estafa, ‘forzado’ por las situaciones que le depara la vida a tomar un camino legalmente cuestionado para salirse con la suya. Carl Hanratty (Tom Hanks), agente del FBI, tratará de darle captura pero Frank, hábil caradura, valiéndose de sus mil rostros (aviador, médico, abogado) le tomará ventaja poniéndole difícil la tarea.

Lo más curioso del film es el proceso evolutivo del personaje que intepreta Leonardo DiCaprio, pues de ser un hijo modélico se verá forzado a lidiar con la vida a través de vías ilícitas desde el punto de vista legal, pero ¿y desde el punto de vista moral? Si se tiene en cuenta la motivación del joven protagonista, el fin que pretende… ¿cómo condenarlo? Frank es una persona inestable y emocionalmente incompleta y cuando estafa no lo hace por crear fortuna sino por ganarse el respeto de un padre al que admira y ayudar a éste a recuperar lo que Frank anhela con más fervor, la familia.

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Ante esta misma encrucijada se enfrenta el agente del FBI encarnado por un Tom Hanks en la sombra, que pese a los quebraderos de cabeza y humillaciones a los que se ve sometido por la audacia del joven estafador, termina dejando a un lado sus prejuicios y viendo quizás reflejada en Frank a su hija, le tiende una mano y deposita ciegamente su confianza en él, confianza a la que Frank, chico legal a pesar de la ilegalidad de sus fechorías, se sostendrá como si de un clavo ardiendo se tratase.

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A pesar de la comicidad o sobriedad de ciertos tramos de la historia, Spielberg dota a los personajes de un cáriz emocional que le otorga al film mayor sensación de realidad, si bien es cierto que en algún momento ese punto de emoción sobrepasa los límites acercándose peligrosamente a la sensibleria fácil, pero como ‘gran’ director la sortea con genialidad.

Película entretenida con buenas interpretaciones. Destaca sobre todo la de Christopher Walken en el papel de padre de Frank, representación que le concedió una oportunidad de alzarse con la estatuilla dorada. También destaca una jovencísima y llorosa Amy Adams con brackets, curioso cuánto menos.