Anna (Felicity Jones) es una joven inglesa que estudia en la universidad de Los Angeles. Allí conoce a Jacob (Anton Yelchin) y ambos se enamoran. La situación se complica cuando no le renuevan el visado a la británica y ambos se ven forzados a mantener una relación a distancia, o por lo menos a intentarlo.
La contemporaneidad de la película se hace patente por la situación que vive la sociedad mundial en estos momentos. Las crisis que asuelan por doquier obligan en muchos casos a dejar todo atrás y emprender nuevos retos en un país hasta el momento desconocido. Algunas personas se niegan a desprenderse de los amores a los que estaban ligados en sus países de origen y por ello tratan de mantener vivas las relaciones a miles de kilómetros de distancia, con todas las vicisitudes que ello implica. En el film, la joven interpretada por Felicity Jones no huye a América escapándose de una crisis financiera sino para experimentar las posibilidades que pueden presentarse al estudiar en una universidad estadounidense pero los problemas que se impondrán en su camino guardan gran similitud.
El mayor logro de la película es captar de forma tan real el enamoramiento de los protagonistas, la química de los actores, reflejando ese primer amor sin siquiera palabras, a través de miradas, sonrisas y gestos. Ese amor que se profesan Anna y Jacob que traspasa la barrera inmaterial de la pantalla… ¿conseguirá superar también la distancia? He ahí la confrontación que presenta el director. Una vez Anna se ve obligada a retornar sin vuelta a su país de origen los protagonistas tratarán de superar esa distancia infranqueable a través de viajes y llamadas pero no será tan llevadero como la ilusión del amor les prometió en un principio. La imposibilidad del contacto físico hará que la relación se enfríe y la incomodidad se abra paso entre ambos en sus escasos encuentros, por lo que toman la decisión de rehacer sus vidas, cada uno por su cuenta. Ilusos. No saben que la idealización del primer amor les hará imposible mantener otra relación sin comparaciones y sin la continua presencia en su subconsciente de la otra persona, de la realmente anhelada.
Así pasados los años, cuando el tiempo parece haber disipado las barreras de antaño, deciden darse una nueva oportunidad. Pero el recuerdo de esos perfectos momentos que vivieron, ese amor ingenuo que todo lo puede, ya no es tan tangible. Sí, se quieren y quieren estar juntos, pero las cosas han cambiado. Y he aquí uno de los mejores momentos del film, esa capacidad del director de hacer tangible la incomodidad que sienten los protagonistas. Esa desesperación que nubla sus rostros cuando se percatan de que los viejos tiempos no volverán, que nada será igual y que el tiempo perdido es ya potencialmente irrecuperable.
‘Like Crazy’ habla de la ilusión del primer amor y del proceso evolutivo al que éste se somete con el paso del tiempo. La gente cambia pero la esperanza de recuperar esos viejos momentos continua. La imposibilidad de olvidar a alguien que ha marcado tanto la vida del otro insiste en que lo vuelvan a intentar, incluso si ello implica replantearse los pilares en los que se sustentaba ese amor inocente de la universidad y conformarse con el presente, aunque quizás ya no les llene. La añoranza se abrirá entonces paso en sus corazones y el arrepentimiento se hará patente por las cosas que pudieron hacer y no hicieron. Pero ahora es el momento de conformarse, ya no hay vuelta atrás. Lo que les queda es el presente y el recuerdo del amor idílico que una vez se les permitió experimentar.
Gran relato íntimo que gana enteros gracias a las interpretaciones de Yelchin y sobre todo Felicity Jones, en un film que la confirma como una estrella con gran potencial.